23 agosto 2010

Doña Rosita

Que tiernas son las abues. Cuando era niña, tenía de vecina a una ancianita de nombre Rosita.
Ella era como mi tercera abuela, era cariñosa, tierna, bondadosa, pero sobre todo, era muuuy pero muuy anciana. Siempre usaba vestidos y se peinaba con un par de trenzas. Creo que nunca he visto una persona mas arrugada que ella, ¡en serio!.
Doña Rosita me enseñó a regar las plantas. Siempre nos iba a visitar, a mi hermano Lalo y a mí. A
Lalo siempre le llevaba sus soldaditos y a mi muñecas. Recuedo cómo saliamos corriendo cuando mi mamá gritaba: ¡Abranle la puerta a Doña Rosita! Y ella siempre nos llevaba muchas golosinas.
Cuando me mudé a mi nueva casa dejamos de verla. La extrañabamos de vez en cuando.
Un día alguien tocó a la puerta, mi madre fue a abrir y gritó: !miren quien está aquí¡, casi al unísono
Lalo y yo dijimos ¡Doña Rosita! y volvimos a correr como antes. Esa vez recuerdo que nos llevo unas enormes paletas verdes como las que se comía Quico en El Chavo del Ocho. A decir verdad, estaba tan enorme que pasaron como tres días y no me la podía acabar, cuando nos cansábamos de comerlas las guardábamos en el refrigerador y al día siguiente seguíamos. No sé si en Argentina vendían esas paletas. En México se pusieron muy de moda.
Ya no sé que fue de Doña Rosita. Años despues me enteré que se había caído en su casa. No se bien como fue, supe que se repuso y salio del hospital. Desde que vine a vivir a Argentina de plano no he sabido más. Algunas veces trato de recordar su rostro. Era mas bien chiquita y chaparrita.
Algún día quiero ser una viejita buena onda como ella =)

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